EL COLOR MARRÓN EN INTERIORISMO Y DECORACIÓN DE VIVIENDAS
El marrón es el color que menos gusta a las personas porque lo asociamos con la inmundicia y con los excrementos, y por ello lo consideramos un color feo. Además, cuando lo combinamos con otro color le quita su fuerza. Por ejemplo, si lo combinamos con rojo, vemos que éste se apaga, si lo utilizamos junto al azul, pierde su claridad y si lo juntamos con el amarillo, pierde su luz.
Sin embargo, en decoración de viviendas es uno de los colores más utilizados por su efecto natural y acogedor. No tanto por el color en sí (al menos en tonos oscuros) como por el acabado natural e irregular de materiales nobles como las maderas, y también de algunos tejidos como el cuero o la lana.
Los espacios revestidos con madera empequeñecen la sensación de espacialidad. El color marrón también crea la sensación de un clima ideal porque es uno de los colores de la calidez sin ser un color caliente. Estos dos efectos unidos, son los que consiguen que los espacios marrones se vinculen con la comodidad, lo agradable y lo acogedor.
Los muebles de madera también generan sensaciones positivas en los espacios porque los percibimos como elementos naturales y esto hace que nos sintamos cómodos en el espacio.
Por otro lado, los tonos claros de marrón sí son muy utilizados. Si lo usamos en el pavimento nos hacen sentirnos recogidos y a gusto porque lo asociamos con la suavidad de la arena. Y utilizado en las paredes nos aporta calidez, calma y comodidad.
El color psicológicamente contrario es el blanco de forma que el limpio, noble, diáfano y listo blanco se opone al sucio, innoble, denso y tonto marrón.
A pesar de ser el color más rechazado cuenta con una gran variedad de tonos, exactamente 95. Van desde el color adobe, color café, color caramelo o color chocolate, hasta el color sepia, color visón, marrón veronés o pátina.